domingo, 6 de enero de 2013

.

A veces es mejor el silencio, aunque te mueras por gritar, aunque creas que lo que tu te guardas es lo que en realidad deberían escuchar los demás. Quizás madurar es aprender a agachar la cabeza con dignidad, y  darte cuenta que hay batallas en las que es mejor asentir y callar. Las sonrisas de ciertas personas tiene mayor valor para mi que contar mi verdad.

domingo, 4 de noviembre de 2012

A ti, a mi,a los dos, a lo que ya no queda.

A ti, que no sabes que te escribo, cuyos ojos no me reflejan desde hace tiempo. A mi, que reprocho a una parte de mi corazón no caminar junto al tiempo. A los dos, que olvidamos como pedir perdón, pero fuimos héroes en reproches. A un futuro que ya no existe, fue bonito haber tenido la esperanza de que un día fuera real. A la soledad, mi mejor amiga  cuando te perdí; me perdiste; nos perdimos; deje que nos perdiéramos. A la tristeza, que me acompaña cada vez que te veo y nos tratamos como extraños. A la perseverancia, que me falto, a la que a ti te sobro. A los recuerdos, que hacen que de vez en cuando me hagas falta en mi vida. Al olvido, siempre acompañado de alcohol, lento y doloroso. Al cariño, que es la sensación que me invade al recordarte. A ti, que nunca pretendí hacerte daño, pero lo hice. A mi, que fui herida por ti cuando pensabas que solo me ofrecías ternura. A los dos, tan lejos, tan indiferentes al amor que un día existió entre nosotros. Al adiós, que no queríamos que llegara, y retrasamos con varios hasta luego. A la felicidad, que me diste, a la que espero que exista en tu vida, a la que nos falta por vivir por separado.

martes, 18 de septiembre de 2012

Nunca se decían adiós.

 Por dejar los hasta luego en el pasado, y decir un único adiós.
Por los finales fríos, que llegan más tarde de lo que uno mismo cree que fueron. 

jueves, 2 de agosto de 2012

Y después te das cuenta de que ya estas en aquello que una vez llamaste futuro, pero que no están parte de las personas que un día esperabas que llegaran a el..

AG. MA. AR. AC. IB. NP. AM.

martes, 26 de junio de 2012

Ironía es llegar a la cama y romper a llorar justo un año después sin ni siquiera darte cuenta que estabas ahí,en ese mismo día,  pero esta vez sola, sin nadie diciéndote que te echaba de menos.



lunes, 25 de junio de 2012

A DIOS (Risto Mejide- El pensamiento negativo)


Tanto tiempo sin llamarte “mi vida”. Tanto tiempo sin escribirte a la cara. Esta vez sólo tú sabes que me dirijo a ti. Te escribo a toro pasado, después de la batalla, cuando dicen que todos somos generales.
Pero te juro que a sido necesaria la distancia de un adiós y el tiempo de varios silencios para atreverme a esto. Te preguntarás por qué lo hago aquí y de esta manera. Que qué hace toda esta gente mirándonos. Que por qué nos tienen que estar escuchando. Tranquila. No les voy a contar nada que tú no quisieras que oyesen. Sólo están a modo de testigos, no de jueces, y ni van a hablar ni a decirnos nada.
El hecho, la verdad, es que te he estado echando tanto de menos que a veces me lloro encima. Te he buscado, no ya en otros brazos, sino en otras miradas, en otras caricias que no me hicieron olvidar las nuestras. El olvido se me fue de las manos y hasta la fecha aún me ha sido imposible decirle cómo, cuando y donde dejarte atrás. Imagínate cómo lo he pasado que he llegado a envidiar a los que aún no te conocen, porque ellos pueden soñarte a placer sin la angustia de saber que realmente existes.
A estas alturas ya todo es tarde. A medida que le daba puerta a tu ausencia, he ido hechando paladas de otras tierras sobre esta añoranza tuya.
No me mal interpretes, no es ingratitud es supervivencia. Tu, por tu parte, fijo que has abierto ya la jaula de tus ex, que deseaban desde hace tanto tiempo este momento. Salúdales, no te olvides de darles de comer de tanto en tanto y sobre todo pídeles perdón de mi parte por haberles hecho esperar.
Acabadas presentaciones e impresentables, quiero decirte que nada de esto ha sido en vano. Siempre he creído que el arrepentimiento era el analgésico de los moralistas y el anestésico de los cobardes. Y, hoy por hoy, sigo valientemente orgulloso de haberlo intentado, de haberlo perdido todo y de haber sentido lo que tú me has hecho sentir.
Una relación puede ser el mejor espejo, a veces cóncavo, a veces convexo, jamás plano, que enfoque y descubra partes de ti que jamás habías visto desde esa perspectiva. <>. Nos hemos dolido hasta decir basta, nos hemos herido aún convalecientes, y nos hemos curado hasta resucitarnos casi del todo. Quien no haya fracasado como nosotros, no tiene ni puta idea de hasta donde se puede creer, querer y caer.
Que se aparten los Romeos y Julietas, que miren y aprendan los amantes, amandos y amados de cualquier época, raza y condición, que tú y yo hemos tocado todos los cielos del primero al séptimo, que tú y yo hemos mordido el polvo de todos los infiernos, que tú y yo nos hemos devuelto a la vida, a la muerte, y a todo lo que pueda haber entre medio.
<<¿Sabes cuando estás en una relación en la que todo va bien, no hay discusiones, parece que marcha como la seda, y sin embargo sabes perfectamente que ésa no es la presona? pues a mí, contigo, me pasa todo lo contrario...>>. Y te quedaste tan ancha.
Pero gracias a ti he descubierto muchas cosas. Que lo bueno de la ruptura es todo lo que pone en evidencia. Para empezar, lo más obvio, que seguro podríamos haberlo hecho mejor. Dejarse es sólo el principio del principio. Del psicoanálisis, de la psicopatía, de las psicrobacias. Segundo, se pone en evidencia el entorno de la relación. Como ocurre en la vida, lo suburbios de un amor es donde suelen vivir las cosas más auténticas e indeseables del acto de quererse. Amigos, familia, conocidos, todos de pronto se sienten en la obligación moral de tomar partido, cuando nadie se lo ha pedido, y sobre todo, de tratar de entender las cosas que ni siquiera uno acierta a explicarse.
Ahora, con el deseo roto y al intuición dañada, uno intenta recobrar algún resquicio de credibilidad, primero ante uno mismo, luego ante los demás. Parece que, como te equivocaste, todas las promesas que quedan suspendidas en el calendario ejercen de cachitos de mentira contra la ingenuidad de cualquiernueva emoción. te fallaste, y fallaste a todos los demás, así como a cualquier compromiso que puedas adoptar en un futuro inmediato, simplemente por el hecho de que éste no te funcionó como esperabas.
Además, cada vez que fracases en una relación, no te preocupes, que vendrá algún capullo recordándote lo mucho que estabas dispuesto a invertir en esa relación. Es como si ése se alegrara de todo lo que ahora parece hecho añicos. Poca gente te viene a decir que hiciste bien en fiar, fiarte, confiar y confiarte. A poca gente le importa que aquello deba tener algún valor para ti, y que así no todo sea tiempo malgastado.
Por último, se puso en evidencia mi máxima favorita: que crecer es aprender a despedirse. Un proceso de aprendizaje en el que vamos ganando maestría, pues parece que cada vez nos despedimos mejor de las cosas, situaciones, y personas.
Supongo que no te importará que te lo diga ahora, pero has sido el referente, un nuevo paradigma, la nueva tabla de medidas en un universo pequeño y poco dado a las sorpresas hasta que tú llegaste. Creo que jamás estaré seguro de haberlo dejado contigo. Y eso es precisamente lo que te hace grande, lo que nos hizo grandes a los dos.
Ya solo nos queda la distancia de sabernos desde lejos. Algún dia, como suele pasar por los barrios de esta edad, nos volveremos a encontrar, tu con alguien, yo con otra, y deberemos luchas contra esa naturaleza que nos amarró desde el principio, sorteándola con una sonrisa y alguna broma que sólo tú y yo entenderemos.
Si crecer es aprender a despedirse, tu me has enseñado a no querer despedirme, por mucho que no lo hayamos conseguido. Igual porque no supimos ver que si separas un adiós como nos hemos separado tú y yo, de cuajo y recién empezado, lo que te queda es la esperanza idiota con forma de petición tan absurda como a quién va dirigida, ese alguien en el que necesitas creer con todas tus fuerzas, ese alguien al que suplicas, por una vez y sin que sirva de precedente, que te haga caso, un deseo sincero dirigido a nada más y nada menos que a él.
A dios.
Risto Mejide